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Encontrando el equilibrio entre la rutina y la espiritualidad

Rutina y espiritualidad

En la siguiente reflexión sobre encontrando el equilibrio entre la rutina y la espiritualidad, veremos como a menudo, nos encontramos tan inmersos en el día a día que olvidamos nuestras prioridades y el verdadero significado de la vida. En esta próxima reflexión, exploraremos cómo este descuido puede llevarnos a perder de vista la belleza que se encuentra en las enseñanzas divinas.

Reflexión

Muchas veces, o más bien la mayoría del tiempo, vivimos como si fuéramos eternos, ignorando la realidad de la muerte como si fuera algo ajeno a nosotros. Este enfoque tiene sus ventajas al eliminar una preocupación constante de nuestras mentes. Sin embargo, este hábito también nos lleva a postergar las tareas importantes que hemos estado posponiendo durante meses: ir al gimnasio, leer un libro, comunicarnos con nuestros padres o hijos, dedicar un momento para orar por alguien, entre otras. Solemos aplazar estas actividades cruciales diciendo: “Lo haré mañana”, asumiendo que habrá un mañana, mientras pasamos horas viendo videos sin sentido.

En este ciclo, perdemos de vista nuestras prioridades y nos convencemos de que siempre habrá un mañana para cumplir con nuestras responsabilidades. Sin embargo, olvidamos que la vida es efímera y que nuestra vida no nos pertenece.

El tener este pensamiento quizá nos mantiene atrapados en una rutina monótona caracterizada por la repetición de actividades cotidianas como desayunar, trabajar, almorzar, trabajar de nuevo, cenar, buscar distracciones y finalmente dormir, puede que, con esto, nos veamos enfrentados a cuestionarnos nuevamente el sentido de la vida y esto a su vez nos lleva a experimentar un distanciamiento progresivo con nuestra espiritualidad. Este alejamiento a veces no se debe a una elección consciente, sino a la influencia abrumadora del ruido de la sociedad y el mundo virtual.

Sin embargo, justificamos el poquísimo tiempo que damos a Dios argumentando fatiga o saturación, cuando hasta al baño éntranos con el celular, cuando nos desvelamos viendo contenido trivial, videos de gatitos e Incluso recurrimos a la pantalla para distraer a nuestros hijos, mientras nosotros mismos nos entregamos a las mismas distracciones. Entonces sí, es por esto que nos resulta tan difícil encontrar el tiempo y la disposición para meditar y sumergirnos en la palabra de Dios.

Creo que, si queremos dejar de sentirnos como una mota en el espacio, como alguien cansado que corre sin una dirección, debemos hacer un pequeño espacio en nuestras agendas apretadas para leer, observar, aprender, meditar y sobre todo, deleitarnos de los preceptos que Dios tiene para nosotros. Cuando nos encontramos perdidos en la tristeza y la confusión, a menudo sin comprender la razón, es importante recordar que mientras nosotros podemos sentirnos perdidos, Dios siempre está ahí, comprendiendo nuestras luchas más profundas. La solución a menudo reside en sumergirnos en su mensaje, en llenarnos de vida con la sabiduría que nos ofrece.

¿Acaso no soy yo el que te ordeno que seas fuerte y valiente? No temas ni te acobardes, porque el Señor, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas. Josué 1:9

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